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zas , cortinas de enredaderas entrelazadas unas á otras, pasan de un árbol á otro, se cuelgan de las ramas, se agarran á las raíces, al suelo, y como si Flora no estuviese aún contenta , planta sobre las plantas; musgo y hongos viven sobre las agrietadas cortezas, plantas aéreas, graciosos huéspedes , confunden sus abrazos con las hojas del árbol hospitalario.

Aquel bosque era respetado : acerca de él existían extrañas leyendas, pero la más verosímil y por lo mismo menos creída y sabida parece ser la siguiente.

Cuando el pueblo era todavía un montón miserable de chozas, y en las mal llamadas calles crecía aún abundante la hierba, en aquellos tiempos en que durante la noche venían venados y jabalíes , llegó un día un viejo español de ojos profundos y que hablaba bastante bien el tagalo. Después de visitar y recorrer los terrenos en varios sentidos , preguntó por los propietarios del bosque en donde corrían aguas termales. Presentáronse algunos que pretendían serlo, y el viejo lo adquirió en cambio de ropas, alhajas y algún dinero. Después, sin saberse cómo, desaparecio. La gente le creía ya encantado, cuando un olor fétido, que partía del vecino bosque, llamó la atención de unos pastores; rastreáronlo y encontraron al viejo en estado de putrefacción, colgado de la rama de un balití [1]. En vida ya daba miedo por su voz profunda, cavernosa, por aquellos ojos hundidos y aquella risa sin sonido; pero ahora, habiéndose suicidado, turbaba el sueño de las mujeres. Algunas tiraron las alhajas al río y quemaron la ropa, y desde que el cadáver fue enterrado al pie mismo del balití, ya no hubo persona que por allí se quisiese aventurar. Un pastor, que buscaba a sus animales , contó haber visto luces, fueron los mancebos y éstos ya oyeron lamentos. Un infeliz enamorado, que para llamar la atención de la desdeñosa prometió pasar la noche debajo del árbol arrollando á su tronco un largo junco, murió de una fiebre rápida, que le cogió al día siguiente de la noche de su apuesta. Corrían aún sobre este paraje muchos cuentos y leyendas,

Mas pasaron meses y vino un joven, mestizo español al parecer, que dijo ser el hijo del difunto, y se estableció en aquel rincón dedicándose á la agricultura ,sobre todo, á la

  1. Baniano de las Indias, árbol á veces gigantesco .