ideas que le había infundido eran pocas, sí, pero no eran vanas repeticiones: eran convicciones que no palidecieron á la luz de los mayores focos del Progreso. Aquel hombre era un anciano sacerdote, y las palabras que le había dicho al despedirse de él , resonaban aún en sus oídos. « No olvides que si el saber es patrimonio de la humanidad, sólo lo heredan los que tienen corazón» , le había recordado. « He procurado transmitirte lo que de mis maestros he recibido; el caudal aquel lo he procurado aumentar en lo que he podido y lo transmito a la generación que viene: tú harás lo mismo con la que te suceda, y puedes triplicarlo, pues vas á muy ricos países.» Y añadía sonriendo: « Ellos vienen buscando oro , id también vosotros á su país á buscar otro oro que nos hace falta. Recuerda, sin embargo, que no es oro todo lo que reluce. » Aquel hombre había muerto allí.
A estos recuerdos contestaba él profiriendo en voz baja:
—¡No, á pesar de todo , primero la patria, primero Filipinas, hija de España, primero la patria española! No, eso que es fatalidad no empaña á la patria , no!
No llama su atención la Ermita, fénix de nipa , que se levanta de sus cenizas bajo la forma de casas pintadas de blanco y azul , techadas de zinc pintado de rojo. No atraen sus miradas ni Malate, ni el cuartel de caballería con sus árboles enfrente, ni los habitantes , ni las casitas de nipa de techo más o menos piramidal ó prismático, ocultas entre plátanos y bongas , construídas como los nidos, por cada padre de familia.
El coche seguía rodando: se encontraba con una carromata tirada por uno o dos caballos, cuyos arneses de abaká [1] delataban su origen provinciano. El carromatero procuraba ver al viajero del brillante coche y pasaba sin cambiar palabra, sin un solo saludo. A veces un carretón , tirado por un carabao de paso lento é indiferente , animaba las anchas y polvorosas calzadas, bañadas por el brillante sol de los trópicos. Al melancólico y monótono canto del guía , montado sobre el búfalo , acompaña el estridente re-
- ↑ O abacá , cáñamo de Manila, elaborado con el tronco de una de las numerosas variedades de bananos, cuya corteza contiene filamentos parecidos á los del áloes. Este banano (Musa textilis) es objeto de un gran comercio en el archipiélago.