mente esta fiesta es para dar gracias a la Virgen por su llegada de usted. ¡Oy! que traigan la tinola. Mandé hacer tinola por usted , que hace tiempo que no la habrá probado.
Trajeron una gran fuente que humeaba. El dominico, después de murmurar el Benedicite al que casi nadie supo contestar, principió å repartir el contenido. Pero sea por descuido ú otra cosa, al padre Dámaso le tocó el plato donde entre mucha calabaza y caldo nadaban un cuello desnudo y una ala dura de gallina, mientras los otros comían piernas y pechugas , principalmente Ibarra á quien le cupieron en suerte los menudillos. El franciscano lo vio todo, machacó los calabacines, tomó un poco de caldo, dejó caer la cuchara con ruido, y empujó bruscamente el plato hacia delante. El dominico estaba muy distraído hablando con el joven rubio.
—¿Cuánto tiempo hace que falta usted en el país? —preguntó Laruja á Ibarra.
— Casi unos siete años.
—¡Vamos, ya se habrá usted olvidado de él!
—Todo lo contrario: y aunque mi país parecía haberme olvidado , siempre he pensado en él.
—¿Qué quiere usted decir? - preguntó el rubio.
—Quería decir que hace un año he dejado de recibir noticias de aquí, de tal manera, que me encuentro como un extraño, que ni aun sabe cuándo ni cómo murió su padre.
—¡Ah! -exclamó el teniente.
—Y ¿dónde estaba usted que no ha telegrafiado? -preguntó doña Victorina. Cuando nos casamos, telegrafiamos á la Peñínsula[1].
—Señora, estos dos últimos años estaba en el Norte de Europa: en Alemania y en la Polonia rusa .
El doctor de Espadaña, que hasta ahora no se había atrevido a hablar, creyó conveniente decir algo .
— Co ...conocí en España á un polaco de Vå ... Varsovia, llamado Stadnitzki, si mal no recuerdo; ¿le ha visto usted por ventura? - preguntó tímidamente, y casi ruborizándose.
- ↑ Los filipinos ignorantes suelen cambiar la n en ñ