va. Yo, al menos, sentí dejar Camiling, y eso que estuve pocos meses... pero los superiores lo hacían para bien de la Comunidad... para bien mío . Fray Dámaso por primera vez en aquella noche parecía muy preocupado. De repente dió un puñetazo sobre el brazo de su sillón y, respirando con fuerza, exclamo:
—¡O hay religión ó no la hay, esto es, ó los curas son libres o no! ¡ El país se pierde, está perdido!
Y volvió a dar otro puñetazo .
Toda la sala, sorprendida, se volvió hacia el grupo: el dominico levantó la cabeza para mirarle por debajo de sus gafas. Los dos extranjeros que se paseaban paráronse un momento, se miraron, enseñáronse un poco sus dientes incisivos, y continuaron acto seguido su paseo.
—¡Está de mal humor porque usted me lo ha tratado de reverencia ! --murmuro al oído del joven rubio el señor Laruja.
—¿Qué quiere vuestra reverencia decir? ¿qué le pasa ? — preguntaron el dominico y el teniente en diferentes tonos de voz.
—¡Por eso vienen tantas calamidades! ¡Los gobernantes sostienen a los herejes contra los ministros de Dios!— continuó el franciscano levantando sus robustos puños .
—¿Qué quiere usted decir?— volvió a preguntar el cejijunto teniente, medio levantándose. —¿Qué quiero decir ?— repitió fray Dámaso alzando más la voz y encarándose con el teniente . — ¡Yo digo lo que yo quiero decir! Yo, yo quiero decir que cuando el cura arroja de su cementerio el cadáver de un hereje, nadie, ni el mismo rey tiene derecho á mezclarse y menos á imponer castigos. Conque un generalito , un generalito Calamidad[1]...
—¡Padre, su excelencia es Vice Real Patrono!— gritó el militar levantándose.
—¡Qué excelencia ni qué Vice Real Patrono! — contestó el franciscano levantándose también.— En otro tiempo se le hubiera arrastrado escaleras abajo, como lo hicieron una vez las Corporaciones con el impío gobernador Bustamante. ¡Aquellos sí que eran tiempos de fe!
- ↑ Alude al general Terreros , que ya ha muerto.