En efecto: uno de los más serios periódicos de Manila le había dedicado un artículo en su primera plana, titulado ¡Imitadle! colmándole de elogios y dándole algunos consejos. Le había llamado el ilustrado joven y rico capitalista; dos líneas más abajo el distinguido filántropo; en el siguiente párrafo el alumno de Minerva que había ido a la madre patria para saludar al genuino suelo de las artes y ciencias y un poco más abajo el español filipino, etc., etc. Capitán Tiago ardía en generosa emulación y pensaba que tal vez fuese también su deber levantar á su costa un convento.
Días antes habían llegado a la casa que habitaban María Clara y su tía Isabel, multitud de cajas de comestibles y bebidas de Europa, espejos colosales, cuadros, y el piano de la joven.
Capitán Tiago llegó el mismo día de la víspera: al besarle su hija la mano, él le regaló un hermoso relicario de oro con brillantes y esmeraldas, conteniendo una astilla de la barca de San Pedro, donde se había sentado Nuestra Señora durante la pesca.
La entrevista con el futuro yerno no podia ser más cordial ; se habló naturalmente de la escuela , Capitán Tiago quería que se llamase escuela de San Francisco.
-Créame usted, -decía ; -San Francisco es un buen patrón. Si usted la llama escuela de Instrucción primaria, no hará usted nada. ¿Quién es instrucción primaria?
Llegaron algunas amigas de María Clara y la invitaron á salir á paseo.
-Pero vuelve pronto,-dijo Capitán Tiago á su hija que le pedía su permiso;-ya sabes que esta noche cena con nosotros el padre Damaso que acaba de llegar.
Y volviéndose á Ibarra que se había puesto pensativo, añadió:
-Cene usted también con nosotros; en su casa estará usted solo.
-Con muchísimo gusto, pero debe estar en casa por si vienen visitas ; - contesto balbuceando el joven, esquivando la mirada de María Clara.
-Traiga usted á sus amigos,-replicó frescamente capitán Tiago; -en mi casa siempre hay comida abundante. Quisiera además que usted y el padre Dámaso se entendiesen...
-¡Ya habrá tiempo para eso! - contestó Ibarra sonrien