-Haced el hoyo de manera que se adapte justamente con este cilindro!- decía á unos picapedreros que pulimentaban una grande piedra cuadrangular; dentro de esto se conservarán nuestros nombres.
Y repetía a cada nuevo forastero que se acercaba lo que ya mil veces había dicho.
-¿Sabéis lo que vamos a construir? Pues es una escuela modelo en su género, como las de Alemania , mejor aun! El plano lo ha trazado el arquitecto señor R., y yo, ¡yo dirijo la obra! Si, señor, ved, esto va a ser un palacio con dos alas: una para los niños y otra para las niñas. Aquí en medio un gran jardin con tres surtidores: allí, en los costados, arboledas, pequeñas huertas para que los chicos siembren y cultiven plantas en las horas de recreo, aprovechen el tiempo y no lo malgasten . ¡Ved como los cimientos son profundos! ¡Tres metros sesenta y cinco centímetros! El edificio va a tener bodegas, subterráneos, calabozos para los desaplicados, cerca, muy cerca de los juegos y del gimnasio, para que los castigados oigan como los diligentes se divierten. Veis ese grande espacio Eso será la explanada pera correr y saltar al aire libre. Las niñas tendrán jardin con bancos, columpios, alamedas para el juego de la comba [1], surtidores, pajareras, etc. ¡Esto va a ser magnífico!
Y ñor Juan se frotaba las manos, pensando en la fama que iba adquirir. Vendrían los extranjeros para verlo y preguntarían:-¿Quién es el gran arquitecto que ha construído esto? -¿No lo sabéis? Parece mentira que no conozcáis á ñor Juan. ¡Sin duda venís de muy lejos!- contestarían todos.
Con estos pensamientos iba de un extremo á otro, inspeccionándolo todo y pasando revista a todo.
-¡Encuentro demasiada madera para una cabria!- decía a un hombre amarillo que dirigía algunos trabajadores: yo tendría bastante con tres largos trozos que formen trípode y otros tres los que sujeten entre si.
-¡Aba! [2] -contestó el hombre amarillo sonriendo de un modo particular; -cuanto más aparato demos á la