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—¡Oh!—interrumpió Ibarra; —eso es mucho pedir , contentémonos con ver que nuestro pueblo no se queja, ni sufre como el pueblo de otros países, y eso es gracias a la religión y á la benignidad de los gobernantes.

—El pueblo no se queja porque no tiene voz, no se mueve porque está aletargado, y dice usted que no sufre, porque no ha visto lo que sangra su corazón. Pero un día usted lo verá y lo oirá y ¡ay de los que basan su fuerza en la ignorancia o en el fanatismo! ¡ay de los que gozan con el engaño y trabajan en la noche creyendo que todos duermen! Cuando la luz del día alumbre el aborto de las sombras, vendrá la reacción espantosa: tanta fuerza, durante siglos comprimida , tanto veneno destilado gota á gota, tantos suspiros ahogados saldrán á la luz y estallaran... ¿Quién pagará entonces esas cuentas que los pueblos presentan de tiempo en tiempo y que nos conserva la Historia en sus páginas ensangrentadas?

—¡Dios, el gobierno y la religión no permitirán que llegue ese dia!—repuso Crisóstomo, impresionado a pesar suyo.—Filipinas es religiosa y ama á España; Filipinas sabrá cuanto por ella hace la nación. Hay abusos, sí, hay defectos, no lo he de negar, pero España trabaja para introducir reformas que los corrijan, madura proyectos, no es egoísta.

—Lo sé , y esto es lo peor. Las reformas que vienen de lo alto se anulan en las esferas inferiores, gracias a los vicios de todos, gracias, por ejemplo, al ávido deseo de enriquecerse en poco tiempo y a la ignorancia del pueblo que todo lo consiente. Los abusos no los corrige un real decreto mientras una autoridad celosa no vigile su ejecución, mientras no se conceda la libertad de la palabra contra las demasías de los tiranuelos: los proyectos quedan proyectos, los abusos abusos , y el ministro , satisfecho, dormirá más tranquilo, sin embargo. Aun más; si acaso viene un personaje de alto puesto con grandes y generosas ideas, pronto empieza por oír, mientras por detrás le tienen por loco: « Vuecencia no conoce el país , V. E. no conoce el carácter, de los indios, V. E. los va a perder, V. E hará bien en fiarse en fulano y zutano, etc. , y como S. E. no conocía efectivamente el país, que hasta ahora había colocado en América, y además tiene defectos y debilidades como todo hombre, se deja convencer. Su excelencia recuerda