lizar todos mis propósitos sin encontrar resistencia grande por ese lado.
—Sí, si ellos le tienden la mano; no, si ellos se la retiran. Todos los esfuerzos de usted se estrellarían contra las paredes de la casa parroquial con sólo agitar el fraile su cordón ó sacudir el hábito; el alcalde, con cualquier pretexto, le negaría mañana lo que hoy ha concedido; ninguna madre dejaría que su hijo frecuentase la escuela, y entonces todas sus fatigas tendrían un efecto contraproducente: desanimarían a los que después quisiesen intentar generosas empresas.
—Con todo,—repuso el joven,—no puedo creer en ese poder que usted dice, y aun suponiéndolo, admitiéndolo, tendría todavía á mi lado al pueblo sensato, al gobierno que está animado de muy buenos propósitos, lleva grandes miras y quiere francamente el bien de Filipinas.
—¡El gobierno! ¡El gobierno!—murmuró el filósofo levantando los ojos para mirar al techo.—Por más animado que esté del deseo de engrandecer el país en beneficio del mismo y de la madre patria; por más que el generoso espíritu de los Reyes Católicos lo recuerde aun alguno que otro funcionario y lo piense á sus solas, el gobierno no ve, no oye, no juzga más que por lo que le hace ver, oír y juzgar el cura ó el provincial; está convencido de que sólo descansa en ellos, de que si se sostiene es porque ellos le sostienen , que si vive es porque le consienten que viva y el día en que le falten, caerá como un maniquí que perdió su sostén . Al gobierno se le amedrenta con levantar al pueblo y al pueblo con las fuerzas del gobierno: de aquí se origina un sencillo juego que se parece a lo que sucede á los medrosos al visitar lugares lúgubres: toman por fantasmas las propias sombras y por extrañas voces los propios ecos. Mientras el gobierno no se entienda con el país, no saldrá de esa tutela; vivirá como esos jóvenes imbéciles que tiemblan á la voz de su ayo, cuya condescendencia mendigan. El gobierno no sueña en ningún porvenir robusto, es un brazo; la cabeza es el convento, y por esta inercia con que se deja arrastrar de abismo en abismo, se convierte en sombra ,desaparece su entidad , y débil é incapaz todo lo confía á manos mercenarias. Compare usted, sino, nuestro sistema gubernamental con los de los países que ha visitado...