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—Y ¿por qué no lo habéis dicho desde un principio?

—Quería decirlo, señores, pero el capitán Basilio habló y no he tenido tiempo... ¡Hay que obedecer al cura!

—¡Hay que obedecerle!- repitieron algunos viejos.

—¡Hay que obedecer! de lo contrario el Alcalde nos encarcela à todos,— añadieron tristemente otros viejos.

—¡Pues obedeced y haced la fiesta vosotros!— exclamaron los jóvenes levantándose.—Nosotros retiramos nuestra contribución.

—¡Todo está cobrado ya!—dijo el gobernadorcillo.

Don Filipo se le acercó y le dijo amargamente:

—Sacrifiqué mi amor propio en favor de una buena causa ; vos sacrificásteis vuestra dignidad de hombre en favor de una mala y todo lo derribásteis.

Ibarra decía al maestro de escuela:

—¿Quiere usted algo para la cabecera de la provincia? Hoy parto inmediatamente.

—¿Tiene usted un negocio?

—¡Tenemos un negocio!—contestó Ibarra con misterio.

Por el camino decía el viejo filósofo á don Filipo, que maldecía su suerte:

—¡La culpa es nuestral ¡Vosotros no protestásteis cuando os dieron por jefe un esclavo, y yo, loco de mi, lo he olvidado!


XXI

HISTORIA DE UNA MADRE

Andaba incierto - volaba errante ,
Un solo instante - sin descansar..
(Alaejos) .

Sisa corría a su casa con ese trastorno en las ideas que se produce en nuestro sér, cuando en medio de una desgracia nos vemos desamparados de todos y huyen de nosotros las esperanzas. Entonces parece que todo se obscurece en torno nuestro , y si vemos alguna lucecita brillar á lo lejos, corremos a ella, la perseguimos; no importa si en medio del sendero se abre un abismo!

La madre quería salvar á sus hijos; ¿cómo? Las madres no preguntan por los medios cuando se trata de sus hijos.