—¡Oídme, señores, y os convenceréis!—continuó don Filipo impertérrito.—¡Propongo que se levante un gran teatro en medio de la plaza, que cueste 150 pesos!
—¡No bastan 150, hay que poner 160!—objetó un tenaz conservador.
—¡Apuntad, señor director, 200 pesos para el teatro! dijo don Filipo.—Propongo que se contrate á la comedia de Tondo para que de funciones por siete noches seguidas. Siete funciones á 200 pesos noche, hacen 1,400 : ¡apuntad 1,400 , señor director!
Viejos y jóvenes se miraron sorprendidos: sólo los que estaban en el secreto no se movieron.
—Propongo además grandes fuegos artificiales; nada de lucecitas ni de ruedecitas que gustan á niños y solteras; nada de esto . Nosotros queremos grandes bombas à dos pesos una, y 200 cohetones del mismo precio. Los encargaremos á los castilleros de Malabón.
—¡Hum!—interrumpió un viejo:—una bomba de a dos pesos no me espanta ni deja sordo; tiene que ser de å tres pesos.
—¡Apuntad 1,000 pesos para 200 bombas y doscientos cohetones!
Los conservadores ya no pudieron contenerse; algunos se levantaron y conferenciaron entre sí: —Además, para que vean nuestros vecinos que somos gente espléndida y nos sobra dinero,—continuó don Filipo levantando la voz y lanzando una rápida mirada al grupo de los viejos, -propongo : 1° cuatro hermanos mayores para los dos días de fiesta, y 2° que cada día se arrojen al lago 200 gallinas fritas, 100 capones rellenos y 50 lechones, como lo hacia Sila, contemporáneo de ese Cicerón, de quien acaba de hablar capitán Basilio.
—¡Eso es, como Sila!—repitió capitán Basilio lisonjeado.
El asombro subía por grados.
—Como ya á acudir mucha gente rica y cada uno se trae miles y miles de pesos y sus mejores gallos, y el liampó[1] y las cartas, propongo quince días de gallera, libertad de abrir todas las casas de juego...
Pero los jóvenes le interrumpieron levantándose: creían
- ↑ Juego chino