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¡ Salud ! ... ¡ Oh ! iqué es hermoso caer por darte vuelo,
morir por darte vida, morir bajo tu cielo,
y en tu encantada tierra la eternidad dormir!

Si sobre mi sepulcro vieses brotar un día,
entre la espesa hierba, sencilla, humilde flor,
acércala á tus labios , que es flor del alma mía,
y sienta yo en mi frente, bajo la tumba fría ,
de tu ternura el soplo , de tu hálito el calor.

Deja á la luna verme con luz tranquila y suave ,
deja que el alba envie su resplandor fugaz ;
deja gemir al viento con su murmullo grave ,
y si desciende y posa sobre mi cruz un ave ,
deja que el ave entone un cántico de paz .

Deja que el sol ardiente las lluvias evapore
y al cielo tornen puras con mi clamor en pos ;
deja que un sér amigo mi fin temprano llore ;
y en las serenas tardes, cuando por mi alguien ore ,
ora también ¡ oh patria ! por mi descanso á Dios .

¡ Ora por todos cuantos murieron sin ventura;
por cuantos padecieron tormentos sin igual ,
por nuestras pobres madres , que lloran su amargura;
por huérfanos y viudass,, por presos en tortura ,
y porque pronto veas tu redención final!

Y cuando en noche obscura se envuelva el cementerio ,
y sólo restos yertos queden velando allí ,
no turbes el reposo , no turbes el misterio ;
pero si acordes oyes de citara ó salterio ,
soy yo, querida patria , yo que te canto á ti.

Y cuando ya mi tumba, de todos olvidada ,
no tenga cruz , ni piedra que marquen su lugar,
deja que la are el hombre , que la esparza la azada ,
que todas mis cenizas se vuelvan á la nada ,
y en polvo de tu alfombra se vayan á formar.