¡Adiós, patria adorada , región del sol querida!
Perla del mar de Oriente , nuestro perdido edén;
á darte voy alegre la triste , mustia vida.
Si fuera más brillante , más fresca , más florida,
también por ti la diera, la diera por tu bien.
En campos de batalla, luchando con delírio,
otros te dan sus vidas, sin dudas, sin pesar;
el sitio nada importa: ciprés , laurel ó lirio,
cadalso ó campo abierto, combate ó cruel martirio,
lo mismo es, si la piden la patria y el hogar.
Yo muero cuando veo que el cielo se colora
y al fin anuncia el dia tras lóbrego capuz;
si grana necesitas para teñir tu aurora,
vierte la sangre mía, derrámala en buen hora,
y dórela un reflejo de tu naciente luz.
Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente;
mis sueños cuando joven , ya lleno de vigor,
fueron el verte un dia , joya del mar de Oriente,
secos los negros ojos, alta la tersa frente,
sin ceños, sin arrugas ni manchas de rubor.
¡Ensueño de mi vida , mi ardiente y vivo anhelo!
¡Salud! te grita el alma que pronto va a partir.