no grita: rueda por el suelo como una masa inerte y deja un húmedo rastro... [1]
La voz de Sisa le llamó a la realidad.
—¿Qué tienes? ¿Por qué lloras?
—Soñé ... ¡Dios mío!—exclamó Basilio incorporándose cubierto de sudor.—Fué un sueño, decid, madre, que no fué más que un sueño, ¡un sueño no más!
—¿Qué has soñado?
El muchacho no contestó . Sentóse para enjugarge las lágrimas y el sudor. La choza estaba toda a obscuras.
—¡Un sueño, un sueño!—repetía Basilio en voz baja.
—¡Cuéntame qué has soñado; no puedo dormir!—decía la madre cuando su hijo volvió a acostarse.
—Pues,—dijo éste en voz baja,—soñé que fuimos á recoger espigas... en una sementera donde había muchas flores... las mujeres tenían cestos llenos de espigas... los hombres tenían también cestos llenos de espigas... y los niños también... ¡No me acuerdo más, madre, no me acuerdo de lo demás!
Sisa no insistió; ella no hacía caso de los sueños.
—Madre, he formado un proyecto esta noche,—dijo Basilio después de algunos minutos de silencio.
—¿Qué proyecto? -preguntó ella.
Sisa, humilde en todo, era humilde hasta con sus hijos; los creía más juiciosos que ella misma.
—¡Ya no quisiera ser sacristán!
—¿Cómo?
—Oid , madre, lo que he pensado. Hoy ha llegado de España el hijo del difunto don Rafael, y el cual será tan bueno como su padre. Pues bien, madre, mañana sacáis á Crispín, cobráis mi sueldo y decís que ya no seré sacristán. Tan pronto como me ponga bueno, iré à verle á don Crisóstomo y le suplicaré me admita como pastor de vacas ó carabaos: ya soy bastante grande. Crispín podrá aprender en casa del viejo Tasio , que no pega y es bueno , por más que no lo crea el cura. ¿Qué tenemos ya que temer del padre? ¿Puede hacernos más pobres de lo que somos? Creedlo, madre, el viejo es bueno; yo le he visto varias
- ↑ Sueño ó realidad , no sabemos que esto le haya sucedido á ningún franciscano; del agustino padre Pierpavieja se cuenta algo parecido. (Nota de la edición de Berlín).