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CAPÍTULO IX
Redeunt Spectacula Mane


I

Desde que abre sus opacos ojos á la luz de la existencia, preséntase al hombre una triple y formidable lucha: contra sus semejantes, contra Dios, y contra sí mismo.

El continuo embate social y la terrible escupitina de esas olas, le inclinan principalmente al crimen, al homicidio en sus diversas circunstancias y caracteres según la sabia clasificación de las leyes adjetivas.

En el segundo caso, sufre sobre sí una contrariedad misteriosa y terrible, el influjo de una mano que jamás ve sino en los más prácticos resultados, en una enfermedad, en la rotura casual de una pierna, en la pérdida de la vista, en nacer sordo-mudo; y hasta en otros detalles más insignificantes de la vida, que los calificamos en lo que se llama mala suerte.

En el tercero, tiene que luchar contra sus mismas pasiones, contra la contradicción de su carácter, contra las ráfagas y nebulosidades de su yo.

Para remediar el primer daño, está la ley penal; ó sea el restablecimiento del orden social quebrantado por el delito; para el segundo, existen la religión y el templo, que atraen la resignación; que producen la tendencia al desarme de la cólera celestial, y á esperarlo todo de otra

vida eterna y de absoluta felicidad y perfecciones; y para lo tercero, en fin, que suele resolverse por el suicidio existe la educación, la filosofía y las imprescriptibles é invariables leyes del derecho natural.