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En las grandes extensiones que la república contiene, gracias á la febril actividad que reina y á las numerosas emigraciones, obsérvase hoy esta especie de salpicadura de ciudades y caseríos, que la convertirán con el transcurso de unos cuantos años en una poderosa nación.

Aparece en las agrestes soledades la chacra, luego la colonia, y después el caserío.

Una colonia, con sus casas de barro y yerba y techos rústicos, no viene á ser más que una especie de capullo de ciudad.

Se roturan los terrenos, se descuajan los bosques, se siembran las semillas, y al lado de un pan nace luego un hombre, como decía Buffón.

En un día de mayo del año actual, habíase mostrado el tiempo bastante húmedo y frío, y una compacta niebla envolvía en flotantes sudarios la pintoresca población de Olavarría.

No había ni el más leve soplo de brisa, y la niebla parecía dormirse entre las calles, sobre los tejados, y formaba especie de blanquecinos estanques dentro de los denegridos muros de las huertas.

Parecía que algún gigante fumaba en las alturas, y la arrojaba imprudentes bocanadas de su pipa.

Esos velos de niebla que envuelven las ciudades y paisajes en ciertos días del invierno, parece quieren darnos una idea de la nada, borrándo en blancas sombras la Creación; y atraen profunda tristeza á nuestro espíritu.

Hallábase el cura en su parroquia, había dicho misa, y recibió luego el encargo de ir á confesar á un enfermo del pueblo.

Días antes había llegado por el tren de la capital un tipo achinado, una especie de gaucho, aunque vestido con cierta pulcritud y revelando una posición desahoga-