Página:Noche penal - Aguilar Ventura.pdf/46

Esta página ha sido corregida
— 46 —

taba, ya andado, y no le quedaba modo alguno de retroceder, ó tomar otra dirección para el porvenir.

Era á toda luz una mujer muy desgraciada.

Hay seres sobre cuya cabeza la desgracia se posa como nube de plomo, desde que nacen hasta que dejan de existir.

¿Para qué se da la vida á tales seres?

Esos privilegios odiosos constituyen la negra noche de la filosofía.

Cierta tarde llegó él muy alborozado mostrándole sus documentos de rehabilitación, y su nombramiento de cura del Azul.

La para él, agradable nueva, la recibió ella con abundancia de sollozos y lágrimas.

¿Qué papel haría ella en la sociedad?

Sería simplemente la mujer ó concubina de un cura, y se atraería el desprecio y hasta la risa de todos.

Recordó muy á lo vivo las diversas peripecias de su vida; su incansable trabjo de costura en la pequeña casa de la calle de... el inmenso cariño de su madre, la terrible pérdida de tan honrada y virtuosa señora: la aparición inesperada del jóven extranjero, tan simpático, bién parecido. fino, ilustrado y generoso; sus protestas de amor, el forzado casamiento luego con arreglo á las prácticas de una religión diferente de la suya, cuando se descubrió su carácter de sacerdote; la vida marital hecha después, trabajando en colegios y otros nogocios, sin que la suerte se hubiera dignado favorecerla en lo más mínimo; y el golpe final, que si bien mejorába la situación de él, á ella la contrariaba más hondamente.

Estaba visto, que ella habría de llevar siempre la de perder y perjudicarse.

Se llevó las manos á la frente, cubrió con ellas sus ojos, y exclamó: