Página:Noche penal - Aguilar Ventura.pdf/43

Esta página ha sido corregida
— 43 —

aqueila cadena de miserias, á aquel agobiador problema de una vida angustiosa.

Figúrase hallarse en un campo á cuyo frente sólo deocubre rocas estériles y abrasadas por el sol, y cuya subida sé hace cada vez más impracticable. Entre aquellas escabrosidades, hondonadas y precipicios; entre aquellos pedruscos y cardos, que lastiman sus pies; entre aquella atmósfera enrarecida y asfixiante, apenas si sus ojos pueden descubrir un recortado palmo de cielo azul.

Es muy penoso seguir por aquella dirección.

El calor y el cansancio le sofocan y excitan devoradora sed, y gracias que encuentre en la quiebra de cualquier roca pequeñas cantidades de lluvia, un poco de agua amarillenta y corrompida.

La peregrinación no puede ser más molesta, y ya hasta el ánimo falta.

¿Y se abrirán al fin aquellos escarpes, para mostrarse un paisaje halagüeño?

¿Seguirán, por el contrario, eslabonándose cual una eterna cadena de granito?

El fantástico viajero se detiene, limpia el sudor de su rostro, y medita.

Dirige su vista á todos lados, y nada descubre que le reanime.

Se considera como una especíe de náufrago entre aquella tempestad de las rocas.

¿No sería mejor volver atrás?

La otra vereda por donde se encaminaba y que tan imprudentemente dej6, ¿no presentaba á su vista otras superficies y otro horizonte?

Sin duda alguna: por aquella otra vereda ofrecíase á su contemplación risueña llanura, gmpos de árooles con benéfica sombra, arroyuelos cristalinos, y perfumados céspedes y flores. Y corriendo luego la mirada á