alguna atronadora carreta cargada de fardos y cajones, y cortaba por momentos la apacible conversación. Estaba la calle poco concurrida. Oíase el toque de oraciones de la parroquia próxima.
Pasó casi rozando la ventana, y como tratando de mirar hacia adentro, un individuo joven, de facciones indias, una especie de tipo de gaucho, el cual expresó en su rostro cierta odiosidad y como una sonrisa de burla.
El clérigo miró á Rufina, que se puso vivamente colorada; y quedó seguidamente sumido en largas cavilaciones.
Y no fué aquella la única vez que viera al tal individuo.
Lo encontraba. en las calles repetidas veces, y hasta llegó á figurarse que le siguiera los pasos.
Sería tal vez casualidad, porque hay coincidencias bien extrañas.
De todas maneras, y fuera como fuese, producíale siempre tal tipo desagradable impresión.
También algunas noches en que estuviera hasta altas horas sin poder conciliar el sueño, en medio del profund ....silencio de la noche, le había parecido oir junto á las ventanas algunos golpes de exagerada tos.
E l g a u c h o
Desde que se entra en la capital de la República Argen-