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vista en las tazas de cocimientos que estaban en una mesa próxima. Ligeras nubes de vapor se alzaban aun de los bordes de esas tazas.

Dirigió la vista á su madre, que aun dormía con agitada respiración; la alzó luego distraída á la telaraña del techo, y volvió á apoyar la cabeza en sus brazos cruzados sobre la cama.

III

Resonaron ciertos golpes en la puerta de calle.

Eran individuos de la ambulancia sanitaria, que iban recorriendo las casas para ejercer sus útiles y delicadas funciones.

Dos hombres aparecieron seguidamente, uno de ellos joven; de maneras cultas, vestido con decencia y no mal parecido; bajo cuyas cejas muy elevadas y espesas se abrían unos ojos que producían cierta suave claridad, ó que lanzaban chispas; reflejábase en la pupila una dulce claridad de luna, ó los rojizos resplandores de un incendio.

Para estudiar mejor á una persona, no hay nada tan provechoso como fijarse disimuladamente en ciertas miradas de distracción; parece que entonces los pensamientos se asoman á las pupilas con entera confianza. El perro y el gato, por instinto natural, tienen más penetración en esto que los mismos seres racionales; adivinan ó leen muy bien los sentimientos, y es lo primero que miran la vista de la persona. También el caballo se espanta casi siempre con la mirada del hombre.

En el individuo de referencia podían estudiarse dos aspectos en su fisonomía: mirado de frente ofrecía en el conjunto de sus facciones (ojos bien abiertos é inteligentes, nariz pronunciada de ventanas anchas y reco-