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CARTA HI

Diga yo lo que quiera ¿os aferráis á vuestro pri- mer sentimiento? ¿Queréis por amante una persona respetable que pueda ser al mismo tiempo vuestra amiga? Sentimientos son estos que merecerían elo- gios si en la práctica pudieran procuraros la dicha que de ellos esperáis; pero la experiencia prueba que todoz esos grandes males no son más que puras ilu- siones. Hablar de cualidades serias para una diversión. Me inclino á creer que las novelas os han trastornado los sesos. ¡ Pobre marqués! Se dejó deslumbrar por la frase sublime de los diálogos; pero mi querido niño, ¿qué pretendéis hacer de esas quimeras de la razón? Yo diría de buen grado: ¡Qué buena moneda, y qué lastima que no pueda entrar en la circulación !

Cuando queráis estableceros, buscad una mujer só- lida, llena de virtudes y de grandes principios. Todo eso conviene á la dignidad del himeneo; quiero decir, á su gravedad. Pero ahora que lo que necesitáis es un asunto de corazón, guardaos de ser grave y creed lo que os digo : conozco mejor que vos mismo vuestras necesidades. Los hombres dicen general-