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DE NINÓN DE LENCLÓS 25

El joven M. de Vassé daba frecuentemente á Ninón fiestas en Saint-Cloud á las cuales iba siempre como amigo común el marqués de Sévigné. Conocia éste á Ninón : sabía que la galantería de su rival era un débil medio para sujetar un corazón que nunca había sido esclavo más que de sus propios gustos. El marqués de Sévigné creyó no faltar á la amistad, haciéndose oir; y Ninón no imaginó faltar á la gra- titud, prefiriéndole á su generoso rival.

No hablo de la pena que ella sintió al saber que el marqués, poco después de su victoria había perdido la vida en un lance de honor que tuvo con el caballero de Albret. Sin duda que fué verdadera; pero un ligero fuego encendido por los sentidos y la ocasión no eter- niza ningún dolor. No fué por eso más dichoso M. de Vassé. Había dejado de agradar, y él lo notó; por lo demás Ninón tuvo siempre la buena fe de decirlo; nada tenía por vergonzoso, en el comercio de la ter- nura, más que el arte y la mentira.

No era posible que el joven duque de Enghien que vivía entonces muy familiarmente con el conde de Miossens y Saint-Evremond no le hubiera oído hacer el elogio de su ilustre amiga. El hotel de Rambouillet que honraba con su presencia le había hecho siempre poca gracia; la famosa guirnalda de Julia (1) de que se ocupaban constantemente en aquella sociedad, no divertía nada al príncipe que, por lo demás con talento y conocimientos superiores, tenía en general poca afición á la poesia.

(1) Todos los ingenios que frecuentaban el hotel de Ram- bouillet formaron un día el propósito de hacer una guirnalda para M!!*, de Rambouillet, que se llamaba Julia d'Angennes. Cada uno escogió una flor é hizo versos sobre la que había

preferido. M. Godean era uno de los concurrentes, y como era muy pequeño, le llamaban el enano de Julia,