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DE NINÓN DE LENCLÓS 17

cierta filosofía cuando teniendo todos los caracteres de la inocencia moral, no tienen contra sí más que la singularidad. ¿Y qué pueden tener nuestras di- versiones de menos peligroso que el no parecerse á las de la multitud?

Ninón vió, con gusto, á la amable compañera de su amigo. Su figura, su espíritu, sus talentos la en- cantaron á ella también; y Desyvetaux, que le había parecido ridículo á primera vista, ya no le pareció más que dichoso.

No hizo, pues, esfuerzo alguno para atraerle á su antiguo plan de vida, que encontraba ella misma en aquel momento, mucho menos amable que el que él había abrazado. ¿Qué podía ofrecer de seductor en efecto, á personas que habian gustado placeres puros y naturales? Las vanas diversiones del mundo no simpatizan más que con la disipación, donde el es- píritu, entregado á la seducción pasajera del arte, deja el corazón vacío en cuanto cesa la ilusión.

Semejantes reflexiones, debió inspirar á Ninón la

.rara filosofía de Desyvetaux, puesto que no dejó - de ser su amiga, y, por el contrario, fué de cuando en cuando á divertirse con el espectáculo de su tierna mascarada que Desyvetaux conservó hasta el mo- mento de su muerte. Hizola él casi tan célebre como su vida, exigiendo de la Dupuis que tocase una danza favorita para que su alma pasara más deliciosa- mente (1). ¿Qué estudio enseña á ciertos hombres á

(1) Sócrates dice que las personas debían morir como los cisnes que, comprendiendo la ventaja que hay en la muerte, expitan cantando : Providentes quid in morte boni sit, cum cantu ef voluptate moriuntur. Brantóme cuenta la historia de la muerte de M!"*, de Limeul, la mayor, una de las hijas de la reina, historia que tiene semejanza con la de Desyve- teaux... Cuando se aproximó el momento fatal ella llamó ú

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