Página:Ninon Lenclos Cartas.djvu/257

Esta página no ha sido corregida

CARTA LIII

.

Abandono la partida si persistis hablándome en esa forma. ¿Qué demonio os ha sugerido ese furor por reemplazar á los ausentes? ¿Hay derecho á molestar tanto como me molestasteis ayer? No sé cómo os arreglasteis que, á pesar del deseo que tuve de enfa- darme por vuestras frases, no encontré cólera contra vos. No sé adonde iremos á parar. Lo cierto es que no quiero amaros y, lo que es peor aún, que nunca os amaré; sí, señor, nunca. En verdad que es cosa extraña querer convencer á una mujer de que está afligida, de que necesita ser consolada, cuando ella os asegura que no. Es llevar las cosas hasta una tiranía insoportable. Reflexionad un poco sobre lo que os ocurre. ¿Sería decente, decidme, que ocupase el lugar de mi amiga? ¿Que una mujer que os ha ser- vido de Mentor, que ha hecho con vos el papel de madre, descendiese ahora al de amante? Sois un mal- vado. Si tan pronto habéis abandonado á una mujer joven y bella, ¿qué haríais con una vieja como yo? ¿Queréis conquistarme para ver si comprendo el amor en la práctica lo mismo que en la teoría? Para eso no hay necesidad de que os molestéis seducién- dome. Ahora mismo satisfaré vuestra curiosidad.

Sabéis que las personas casi nunca obramos de