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CARTA XLV

Voy 4 complaceros en dos palabras, marqués. He aquí lo que pienso á cerca de la carta que ayer os envié: para que una mujer pueda aprovechar los consejos de M. de Saint Evremond es preciso que no .esté muy enamorada y que haya inspirado una gran pasión. Pero de eso, cuando gustéis, hablaremos ex- tensamente. Y paso á lo que os concierne. El sacrificio que de vos ha exigido la condesa, bien merece el precio que le habéis puesto. Renunciar por ella á una mujer que os mostraba tan buenas disposiciones para trataros muy bien, y renunciar públicamente, en presencia de su rival y con tan pocos miramientos á la dignidad de la persona abandonada, es un es- fuerzo que no debía hacerse sin una recompensa proporcionada. No podía encontrar un pretexto más á propósito para concederos su retrato. Pero escoger un dia tan solemne como el primero de: recepción de la marquesa; elegir el momento en que Mme.., aspiraba á competir en belleza con su rival; hablar á la primera con breve displicencia y emplear con la segunda todo género de galanterías, es un. ultraje que no se os perdonará jamás; se vengará — ya lo

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