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204 CARTAS DR NINÓN DR LENCLÓS

que hará todo lo del inundo por Mevar á su objeto 4 su amable viuda. Haber sido tan bella como otra mujer y no serlo ya mientras la otra embellece todos los dias y sufrir continuamente su presencia, cs esfuerzo fuera del alcance de la mujer más razonable y de la filosofía más determinada. Entre las mujeres la amistad termina donde comienza la rivalidad. Comprendo solamente la rivalidad de los encantos, pero no la del sentimiento.

Lo preveo con dolor, pero debo deciroslo. Por mu- chas precauciones que tome la condesa por no herir el amor propio de la marquesa, no hará de ella más que una mgrata. Todo lo que dice una mujer bella* á obra que no lo es ó que nunca lo ha sido toma en su boca un tinte de conmiseración que humilla siempre á la que quiere consolar por la pérdida de sus encan- tos. Cuanto inayor es el esfuerzo por olvidar la supe- rioridad «que ella tieno sobre la pobre desgraciada más la hace patente. Las mujeres nunca se equivocan acerca de los elogios que mutuamente se prodigan; saben apreciar el justo valor de las alabanzas que entre sí se dirigen, y aun cuando la que habla elo- giando la belleza de la otra, lo haga con la mejor bucna fe del mundo, la que recibe el elogio para saber si es sincera, cxamina menos lo que oye que la figura de la otra. ¿Esfcea? Entonces la cree y la ama; si es tan linda como la otra se la mira desdeñosamente; y si es más se la odia. Es imposible que entre esas dos mu jeres haya una sólida amistad. Las que parecen más intimas regañan con frecuencia por una causa fútil; ¿Cretis que esa minucia haya ocasionado la querella ? No sé si quiere hacer ver que la causa es la inquietud que produce la belleza de la amiga. Cuando dos mu- jercs bellas encuentran un pretexto para desemba-