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AL MARQUÉS DE SÉVIGNÉ 201

cuyas causas es inútil indagar. Cuanto más vivos han sido esos movimientos, tanto más profunda es la calma que á ellos sigue, y esa calma es siempre más funesta para el objeto amado que la tormenta y la agitación. El amor se apaga por una resistencia dema- siado severa ó demasiado uniforme. Por eso, la mujer inteligente varía la forma de resistir. La condesa pre- fiere los deberes de la amistad á los deberes del amor, y esta es una nueva razón de su frialdad. El amor es un sentimiento celoso y tiránico que no se satisface más que cuando el objeto amado sacrifica todos sus gustos y todas sus pasiones; y si á él se prefiere el deber, la amistad se cree con derecho á quejarse y busca la venganza. Las atenciones que habéis tribu- tado á Mme.., son la prueba y las llevasteis al extremo de acompañarla á su casa. El tiempo que allí estu- visteis, el placer de la conversación con ella, las pre- guntas que os haría sobre el estado de vuestro cora- zón, todo eso prueba la verdad de lo que os decía en mi última carta. Afirmáis que vuestro amor por la condesa nunca ha sido tan firme como ahora; pero vuestra turbación cuando os ha preguntado si habíais estado mucho tiempo en casa de su rival, el deseo, que os noté, de engañarla con una respuesta equívoca, el cuidado que tenéis de disipar sus sospechas, me anun- cian que sois más culpable de lo que vos mismo os figuráis. La condesa comprende las consecuencias de todo eso. ¿No veis la afectación que emplea“para daros celos, valiéndose de vuestro antiguo rival, el caba- llero? Os respondo de que no volveréis á caer en esas languideces de que hablábamos hace un momento. Los celos ocuparán todo vuestro tiempo. ¿Y creéis que la marquesa no ha de influir en vuestros asuntos? Lo veréis dentro de poco; los estragos de la viruela