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CARTA XXIX

Pienso como vos, marqués. La condesa os castiga muy severamente por la confesión amorosa que la sorprendísteis. ¿Tenéis la culpa de que se la escapara su secreto? Ha avanzado demasiado para retroceder ahora. Se puede experimentar una vuelta á la razón, pero rehusar veros por espacio de tres días, anunciar que se va al campo por un mes, devolver los billetes amorosos, sin dignarse abrirlos, es en mi sentir un verdadero capricho de virtud. Después de todo, suceda lo que suceda, no desesperéis de nada. Si fuera realmente indiferente se mostraría menos severa.

No hay razón para afligirse; en esas ocasiones el mal humor de las mujeres es más contra ellas mismas que contra vosotros. Sienten despecho al ver que su debilidad está pronta ó traicionarlas. Por_eso os cas- tiga y maltratándoos se castiga ella misma; pero con- venceos de que un día de capricho semejante ade- lanta más los asuntos de un amante que un año de cuidados y de asiduidad; porque ella se reprocha por haberlo maltratado, se cree injusta y queriendo repa- rar su falta termina por ser demasiado benévola.

Lo que en vuestra carta me extraña más es que