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158 CARTAS DE NINÓN DE LENCLÓS

probarlas; pero ¿es que hace falta coger el compás geométrico para demostrar la verdad de una máxima de galantería?

Además, temo tanto las discusiones en forma quecon gusto transigiría. MM*. de Sévigné conoce, decís, gran número de metafísicas; yo la dejo esas excepciones con tal de que ella me deje su tesis general. Llegaré á confesar, si en ello tenéis empeño, que existen efectivamente esas almas llamadas privilegiadas, porque yo nunca he negado las virtudes del tempera- mento. Por eso nada tengo que decir de las mujeres de esa clase. No las critico; tampoco las ensalzo; me contento con felicitarlas. Sin embargo, examinadlas y descubriréis la verdad de lo que yo os decía en el comienzo de nuestra correspondencia : el corazón quiere amar. Si la naturaleza no las lleva á la galan- tería, sus afecciones cambian solamente de objeto. Algunas parecen insensibles al amor, porque han gastado la porción de sentimiento que habían de darle. Se dice que el conde de Lude no ha' sido siempre indiferente á Mtue. de Sévigné. Su acendrado afecto por MMe, de Grignan le ocupa por completo.

Según ella ¿no trató bien á las mujeres? Yo debía haber disimulado los defectos que he descubierto en mi sexo ó, mejor dicho, que mi sexo me ha hecho descubrir en mi.

Pero, sinceramente, marqués, ¿creéis que si todo lo que os he dicho se hiciera público, se darían por ofendidas las mujeres? Conocedlas mejor. ¿No es tran- quilizarlas el decirlas que un instinto mecánico las empuja á la galantería? ¿No es dar crédito á esa fata- lidad el afirmar la realidad de esos que pudiéramos llamar accesos de simpatia que las mujeres dan como excusa de sus extravios? Sosteniendo que el amor