CARTA XXVII .
Mme, de Sévigné no es de mi opinión acerca de las causas del amor. Sostiene que muchas mujeres no lo conocen más que en su aspecto bello y que los sen- .tidos no han influido en sus atracciones del corazón. Según ella, aunque lo que llama mi sistema tenga fundamento, parecería fuera de lugar en boca de una mujer y produciría funestas consecuencias en la moral. .
Graves reproches son esos, marqués; pero ¿tienen fundamento? no lo creo. Veo con pena que Mme, de Sévigné no ha comprendido el espíritu con que mis cartas han sido escritas. ¡ Yo, sistemas! En verdad, me hace demasiado honor. Imagino que un sistema no es más que un sueño filosófico. ¿Considerará ella como un juego de imaginación todo lo que os he dicho? No imagino, pinto objetos reales. Quiero que se preste asentimiento á úna verdad y, para conse- guirlo, no es mi propósito sorprender el espiritu; inte- rrogo al sentimiento.
Tal vez se haya extrañado de la originalidad de algunas de mis afirmaciones que me habrán parecido tar evidentes que no me he tomado la molestia de
