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CARTA XXI

¡Prohidad en el amor! ¿Lo habéis pensado bien, marqués? Estáis á oscuras en esa cuestión, Me guar- daré muy bien de enseñar vuestra carta, porque que- daríais deshonrado. ¿Decís que no sabríais poner en práctica lo que os he aconsejado? En otros tiempos vuestro candor, vuestros grandes sentimientos os hubieran valido de mucho. Entonces se trataba el amor como una cuestión de honor, pero hoy que todo está cambiado por la corrupción del siglo, el amor no es más que un juego del ingenio y de la vanidad. La inexperiencia comunica á vuestras virtudes una rigi- dez, que os perdería infaliblemente si no tuvierais el suficiente sentido práctico para acomodaros á las cos- tumbres de nuestra época. Hoy todo es apariencia : nos pagamos de lo exterior, de las demostraciones, de los gestos Todos representan la comedia y los nombres han tenido excelentes razones para hacerlo así. Han reconocido que nadie saldría ganando si los otros nos dijeran todo lo bueno y todo lo malo que de nosotros piensan. Se ha convenido en sustituir esta sinceridad por frases que expresan todo lo con- vrario. Y de esta manera de proceder se ha contagiado