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114 CARTAS DE NINÓN DE LENCLÓS

á sus méritos; su vanidad se apropia de todo y de todo saca provecho. Á creerlos, nunca aman Imás que por agradecimiento, y las mujeres, en este res- pecto, no son más razonables que los hombres; de modo que la galantería es un comercio en el que queremos que los otros hayan sido los iniciadores y nosotros nos creemos sus deudores. Sin embargo, ¿ cuántas veces no ocurre que el que cree amar por reconocimiento, es el iniciador de las relaciones? Si dos amantes quisieran hablar con sinceridad del comienzo y de los progresos de su pasión, ¿cuántas confesiones no se harian? Elisa, á quien Valero decía una galantería superficial, ha contestado, quizá sin darse cuenta, de un modo más afectuoso que el usado ordinaris mente para recibir los meros cumpli- mientos. Esto es bastante para que la vanidad de Valero se exalte y se ponga tierno con Elisa. El fuego se acentúa por las dos partes, estalla y ya hay una pasión en forma. Si dijeran á Elisa que ella es la que ha empezado, nada le parecería tan injusto y, sin embargo, nada sería tan verdadero. De eso deduzco que el amor es casi siempre menos la obra de esa simpatía, calificada de invencible que la de nuestra vanidad. Observad el nacimiento de todas las relaciones de amor; comienzan por alabanzas reci- procas. Se dice que esla locura la que conduce al amor; yo diría que es el halago, y que no se puede obtener el corazón de una bella, si antes no se paga tributo á la vanidad. Unid á todo eso la necesidad que tene- mos de amar y que tanto nos ilusiona. Semejantes á esos entusiastas que, por la fuerza de su imagina- ción, creen ver realmente los objetos que sólo existen en su mente, nos figuramos en los otros los sentimien- tos que en ellos deseamos encontrar.