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CARTA XII

¡Es tomar las cosas muy á pecho, marqués! ¿Dos noches sin dormir? Eso es verdadero amor, no hay duda. Habéis hablado con los ojos, habéis expresado claramente vuestros sentimientos y no os ha hecho caso: esa conducta pide venganza. ¿Es posible que después de ocho días de astenciones y asiduidades, tenga el corazón tan bárbaro que no os dé la más pequeña esperanza? Una resistencia tan larga es hasta inverosímil. La condesa es una heroína del siglo pasado. Si ahora comenzáis á im- pacientaros, imaginad lo que hubierais tenido que sufrir en el caso de continuar aferrado á vuestros grandes sentimientos. Pero, hablando seriamente. ¿son justas vuestras quejas? Llamáis á la condesa, ingrata, insensible, desdeñosa, etc. ¿Con qué derecho habláis así? ¿No creeréis lo que os he dicho cien veces? El amor es un capricho involuntario hasta en el que lo siente. ¿Por qué el objeto amado ha de estar obligado al menor agradecimiento por un sen- timiento ciego y nacido sin su consentimiento? Sois bien raros. Os ofendéis si una mujer no corresponde á las miradas que os dignáis dirigirla. Vuestro or-