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CARTA XI

Estoy encantada de vuestra carta, marqués) ¿Sabéis por qué? Porque me ofrece una prueba evidente de lo que os anunciaba estos últimos días. Habéis olvidado toda vuestra metafísica. Me pintáis los encantos de la condesa con una complacencia que demuestra que vuestros sentimientos no son tan delicados como queríais hacer creer y como vos creíais de buena fe. Decidmelo francamente; si vuestro amor no fuese la obra de los sentidos, ¿tendríais tanto placer al describir su talle, sus ojos, que os encantan, y la boca que con tan vivos colores me pintáis? Si sólo os sedujeran las cualidades del cora- zón y del espíritu, hay una mujer de cincuenta años que en este respecto vale tal vez más que la condesa. La veis todos los días. ¿Por qué no os ena- moráis de ella? ¿Por qué olvidará cien mujeres de su edad, de su fealdad y de su mérito que represen- tarían el papel que vos representáis con la condesa? ¿Por qué deseáis con tanta pasión que os distinga más que á los demás? ¿Por qué inquietarse cuando les hace la insignificante cortesía? ¿La estima por los otros, disminuirá la que tenga por vos? ¿Se conocen en la metafísica las rivalidades y los celos?