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94 CARTAS DE NINÓN DE LENCLÓS

entre vosotros? Agradar. Luego los encantos de la casa, las gracias de la persona; en una palabra, todas las cualidades amables y brillantes, son los únicos medios de conseguirlo. Las mujeres las poseen en grado sumo y quieren que se les parezcan por estas cualidades. En vano las tacharéis de frivolidad, ellas quedan siempre bien, puesto que están destinadas á haceros dichosos. ¿No debéis, en efecto, á los encantos de nuestro trato, la dulzura de muestras costumbres, vuestros placeres más satisfactorios, las virtudes sociales, vuestro bienestar en fin? Tened bucna fe. ¿Las ciencias solas, el amor de la gloria, el valor, la amistad misma, de que hacéis con razón tanto caso serían capaces de haceros perfectamente felices ó hacéroslo creer al menos? No sin duda. Nada de todo eso podría sacaros de la tediosa uniformidad de que os verfais víctimas, y serfais los seres más lamen- tables. Pero las mujeres se han encargado de disipar esa languidez mortal con la alegría picante que ponen en su trato, con los encantos de que han sabido llenar la galantería. Una alegría loca, un amable delirio, una embriaguez deliciosa, son las únicas cosas capaces de despertar vuestra atención, y de haceros notar que sois dichosos : porque, marqués, hay buena diferencia entre gozar sencillamente de la dicha, y saborear el placer de gozarla. La posesión de lo necesario no da gusto á un hombre; lo superfluo es lo que lo hace rico y le hace sentir que lo es. No son las cualidades supe- riores las únicas que os hacen amables; es quizá un verdadero defecto el no ser más que esencial. Para ser festejado hay que ser agradable, divertido, nece- sario á los placeres de los demás. Os advierto que no se llega más que así, sobre todo con las mujeres. ¿Qué een decidme, que hagan ellas de vuestro saber]