Desde el punto de vista del orden social, educando a la infancia y sobre todo a la desheredada, volviéndola apta para el desempeño de su destino en el medio en que actúa, se la incorpora a las energias vivas que elaboran el progreso de los pueblos. Al mismo tiempo, se reduce sin violencias el número que de otra manera llega a hacerse innumerable, de los que tienen en sus ojos, siempre ardientes el fuego de los odios, porque nunca se les enseñó a volverlos al cielo para reflejar sus claridades apacibles; de los que tienen en sus labios constantemente la imprecación y la blasfemia, porque jamás se les hizo balbucear una plegaria; de los que muestran las manos prematuramente afrentadas con sangre, por no haberlas tenido nunca manchadas de tinta. Se re-
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