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La mujer es la sola colaboradora efectiva de Dios.

Su carne no es cómo nuestra carne.

En la más vil de las mujeres hay algo divino.

Dios mismo ha encendido las estrellas de sus ojos irresistibles.

El Destino encarna en su voluntad, y si el Amor de Dios se parece a algo en este mundo, es; sin duda semejante al amor de las madres... »

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