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Señoras y señores:

Es muy socorrido en casos como el presente, que el conferencista empiece por pedir la indulgencia de quienes le escuchan.

Yo, quiero ser excepción en esta súplica, no porque no haya menester de vuestra indulgencia (Dios me libre de pensarlo), sino porque voy a pediros algo más, mucho más importante: voy a pediros: Parcialidad.

Diréis que la parcialidad se pide a los amigos, en tanto que la indulgencia se pide a los extraños; pero vosotros, y sobre todo vosotras, señoras mias, sabéis muy bien que yo no soy un extraño, sino

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