Página:Neologismos y americanismos.djvu/8

Esta página ha sido corregida
— 4 —

cha, todos traemos en las venas sangre española, y españoles son nuestros apellidos, y española la lengua en que nos expresamos, y heredadas de España nuestras creencias religiosas, nuestras costumbres, nuestras virtudes y nuestras flaquezas? En España deberíamos los americanos encontrarnos como en nuestra casa solariega, casi como en el propio hogar.

La principal causa del indiferentismo ó alejamiento nuestro se debe á la errada política del gobierno peninsular, que tardó muchos años en convencerse de que América estaba definitivamente perdida para España. Si, después de Ayacucho, los hombres de la política se hubieran dicho lo que el vulgo —lo perdido, perdido, y ojo al ganar— no retardando el reconocimiento de las repúblicas independientes, ni el comercio inglés, ni el comercio francés, se habrían adueñado por completo de los mercados americanos. Por lo menos, habría conseguido España que no adquiriésemos el perverso gusto de envenenarnos consumiendo los malos vinos franceses, ya que la península es productora de los mejores del mundo. Mercantilmente, no era el provecho para desdeñado.

Pero España dejó correr casi un cuarto de siglo sin amainar en sus pretensiones de soberanía sobre un mundo que se le había escapado de entre las manos, no sin revelar, de vez en cuando, hostilidad de propósitos, como los que encarnaban la expedición floreana, la intervención en México, y la aventura de las islas de Chincha.

El reconocimiento de la independencia se impuso á España por la fuerza del hecho consumado, por la impotencia material para emprender la reconquista, y hasta como conveniencia.

A estos errores de política se debe el que España no ocupe hoy, en nuestros afectos, el lugar preferente. Los que venimos á la vida en los albores de la República, oíamos á nuestros padres relatar los he-