Página:Narrative of the surveying voyages of His Majesty's Ships Adventure and Beagle between the years 1826 and 1836.djvu/57

Esta página ha sido corregida
Dic.1826. CAÍDA Y FUERZA DE LA CORRIENTE. 15

sus movimientos. También fueron vistos guanacos pastando cerca de la playa, esta fue la primera información que tuvimos de la existencia de estos animales al sur del estrecho de Magallanes.

Al amanecer (29) descubrimos que el buque había garreado considerablemente durante la noche. Viramos, y con la corriente favorable alcanzamos un fondeadero una milla adelante del Beagle. El fondo bajó rápidamente a ocho brazas, por lo que fondeamos de inmediato y al desvirar el cable la profundidad era de once brazas. Habíamos fondeado en la orilla de un banco, que poco después, cuando la marea bajó, quedó en seco a unas cien yardas del buque. Encontrándonos tan cerca del bajo, hicimos los preparativos para evitar que la nave lo tocara. Fondeamos un ancla a pique, y otras estuvieron listas para fondearlas, ya que la profundidad a lo largo de la nave había descendido de once a siete brazas y seguía bajando. Por suerte, estábamos a sotavento del banco, por lo que no tuvimos más inconvenientes, la llenante comenzó, y tan pronto como nos fue posible cambiamos de fondeadero, cerca de media milla al SE, en una posición muy favorable para nuestro próximo intento de pasar la Angostura. Esta noche la marea bajó treinta y seis pies y la corriente llegó a seis nudos.

La mañana siguiente hicimos otro intento de pasar la Angostura, y como habíamos fondeado muy cerca de su entrada, nos beneficiamos completamente de la fuerza, como también de toda la duración de la marea, tuvimos éxito en cruzarla en dos horas, aunque la distancia era más de veinte millas, y el viento directamente en contra de nosotros, el mar, como antes, rompiendo repetidamente sobre la nave.

Después de salir de la Angostura tuvimos que pasar a través de una fuerte corriente antes de quedar fuera de la influencia de la corriente que corre entre la Primera y la Segunda Angostura, pero la marea duró lo suficiente como para llevarnos hasta un fondeadero tranquilo. En la tarde viramos nuevamente, y llegamos a bahía Gregorio, donde el Beagle se nos unió a la mañana siguiente.

Desde que entramos al Estrecho, no habíamos tenido ninguna comunicación