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Jun. 1830.
PUERTO DESEADO - NO ROCAS ARIEL.

de la marea en nuestro favor nos llevaron hacia la entrada del puerto, en el que maniobramos, cuando la bajamar justo había terminado, y fondeamos en frente de las ruinas. Mi primera preocupación fue buscar huellas del Adventure y del Adelaide, pero no encontré ninguna. Una botella que había dejado como señal para el Adelaide, en nuestra última visita, por instrucciones del comandante King, estaba exactamente donde la había dejado, y los papeles que contenía estaban intactos. Mientras estuvimos en el puerto, obtuve buenas observaciones, el tiempo estuvo despejado, aunque muy frío. No le disparamos a ningún guanaco, aunque vimos muchos, pero bastantes aves marinas fueron traídas a bordo.*[1] Me regalaron un membrillo que fue encontrado en el lugar donde la colonia española había hecho un jardín. Nos dimos cuenta que las huellas de los guanacos en la costa de aquí no eran tan grandes, casi la mitad, de las que últimamente habíamos visto en Tierra del Fuego. Me fijé especialmente en las corrientes, a fin de compararlas con lo observado anteriormente y con las mareas del puerto; ahora puedo afirmar, decididamente, que el flujo de la marea viene del sur, y que el reflujo tira hacia el sureste. Al norte de puerto Deseado, o desde puerto Deseado hasta cabo Blanco, el flujo es más fuerte, pero a la altura de la isla Pingüinos lo es el reflujo, creo, el más fuerte, tira unos dos a tres nudos. La plea y la estoa en puerto Deseado, son a las doce y media, en los días de luna llena o nueva. Las mareas, si no son tomadas en consideración, podrían complicar mucho la entrada de un buque a este puerto.

"El 21.- zarpamos, con un viento regular del SO; y a las nueve A.M. del 25.- estando aproximadamente una milla al sur de la posición denunciada de las rocas Ariel, y cerca de la longitud nominal, viramos hacia el viento y recorrimos una cierta distancia por el paralelo, buscando rompientes en el agua. Había un oleaje muy irregular y grueso, tanto como si hubiese sido levantado por un temporal, pero causado aparentemente por una corriente, y mientras esperábamos para tomar la altura meridiana, antes de demarcarlo, habíamos recorrido veinte millas sobre el mismo paralelo, se levantó una mar gruesa por la aleta, que golpeó a nuestro bote de la aleta de barlovento, y lo lanzó

  1. * La pólvora y las balas gastadas aquí nos proporcionaron provisiones frescas para cuatro comidas de toda la tripulación.