Página:Narrative of the surveying voyages of His Majesty's Ships Adventure and Beagle between the years 1826 and 1836.djvu/510

Esta página no ha sido corregida
440
May. 1830.
WIGWAM GRANDE - HONGOS DE ABEDUL.

a ser maliciosos, que los de la raza occidental. Su lenguaje parecía similar al de los indígenas que vimos en bahía Orange. Encontramos una choza muy grande, construida de manera sólida y un lugar mucho mejor para vivir que muchas de las cabañas que son llamadas casas en Chiloé. Creo que veinte hombres podrían estar de pie en ella, en un círculo; pero, probablemente, podría albergar unos treinta o cuarenta de estos fueguinos en el tiempo frío.

"Mientras nuestros hombres estaban haciendo una fogata y cocinando, entré en el bosque, pero encontré que era muy poco parecido a lo que nuestros ojos habían estado acostumbrados últimamente. Los árboles eran en su mayoría abedules, pero crecían altos y rectos. El suelo estaba seco y cubierto con hojas marchitas, que crujían cuando uno caminaba, mientras que, en otras partes por las que habíamos pasado últimamente, sonaba un chapoteo húmedo pues nuestras pisadas siempre habían encontrado tierra pantanosa, cuando no era roca. Estos fueguinos parecía que pensaban que las excrecencias que crecían en los árboles de abedul, como las bellotas de los robles, eran apetecidas y sabrosas. Nos ofrecieron varias, algunas tan grandes como una manzana y se mostraban sorprendidos de nuestro rechazo. La mayoría de ellos tenían una pequeña pieza de guanaco, o piel de foca sobre sus hombros o sus cuerpos, pero no lo suficiente para calentarlos; quizás no querían acercarse a desconocidos con su indumentaria de piel habitual, su primer impulso, al vernos, era ocultarla. Varios, a los que sorprendí en sus chozas, tenían grandes pieles alrededor de sus cuerpos, que ocultaron en cuanto me vieron. El pescado y el hongo del abedul deben ser su principal alimento, porque los mariscos son escasos y pequeños; pero ellos pescan una gran cantidad de un excelente pez de roca, que huele y que podría llamarse róbalo. La carne de guanaco la obtienen de vez en cuando, pero no en suficiente cantidad como para depender de ella como un artículo de subsistencia diaria.

"Dejando a los indígenas, navegamos hacia el brazo occidental del canal largo, y continuamos avanzando hacia el oeste, remando y a la vela, hasta el anochecer, cuando desembarcamos, sin ser vistos, pensábamos, y establecimos nuestro campamento para pasar la noche. Justo cuando habíamos atracado el bote, encendido un fuego y levantado nuestra carpa, una canoa entró en la ensenada, y otra, y otra a continuación, hasta que estuvimos rodeados de nativos. Sabiendo