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May. 1830.
BARNEVELT - EVOUTS.

Madeira que el de latitud cincuenta y seis sur. Durante este día tuve excelentes oportunidades para tomar ángulos, demarcaciones, y sondar, los que espero sean suficientes para el lado sur y este de las islas Hermites. La noche siguiente continuamos hacia el norte, cerca de las islas Barnevelt, el tiempo era excelente y la luna brillaba intensamente.

"Mayo 1.- Un hermoso día - un primero de mayo verdadero -. Desembarqué en las islas Barnevelt, y tomé observaciones para la hora, la latitud, y demarcaciones verdaderas, además de una serie de ángulos, mientras el Beagle continuaba navegando lentamente hacia el norte, el viento era muy débil y variable. No hay lugares buenos para desembarcar en estas islas, pero como el agua estaba muy llana, pudimos desembarcar sobre una roca escarpada, en la que las olas no rompían mucho. Son dos islotes bajos, orientados norte a sur, cubiertos de pasto, tussac y malezas. La más grande tiene una longitud de aproximadamente media milla y un tercio de milla de ancho; la otra cerca de dos cables cuadrados de superficie. Varias rocas se encuentran frente al extremo sur, hacia los dos lados el este y el oeste; y una aflorada hacia las islas Hermite, casi en la mitad del canal, y ningun otro peligro era visible. Los ángulos tomados aquí, cruzados con los de bahía Orange, ubicaron a las islas Hermite más hacia el norte, aunque el detalle de su linea costera, norte, todavía tiene que ser determinado.

"2.- Tan buen día como el anterior. Estuvimos cerca de las Evout, un islote similar a las Barnevelt, pero bastante más alto. El tiempo permitió al Sr. Wilson continuar con sus croquis de la costa: pero en verdad, ninguna parte por la que habíamos navegado había sido omitido. En la tarde nos acercamos a la costa de isla Nueva, estuvimos mirando cuidadosamente las orillas y los bancos de arena, imaginándolos, porque la tierra parecía más baja, y el fondo de Nassau tenía sondas bajas, por lo que podíamos encontrar bancos separados de la costa. Aguas poco profundas encontramos ciertamente, comparadas con las que habíamos estado acostumbrados últimamente, es decir, de quince a veinte brazas, disminuyendo gradualmente a medida que nos acercábamos a la costa, pero nunca tuvimos menos de diez hasta que llegamos a un puerto por la noche. Aquí no pude encontrar