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Jun. 1829.
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SEPARADOS - ENTRA AL PACÍFICO - CHILOÉ.

comparamos los cronómetros, y les proporcionamos unas pocas cosas que no habíamos pensado antes (manteniéndonos mientras tanto a toda vela para aprovechar un viento del este); y los oficiales del Beagle le prestaron al Adelaide su propia cocina.

“En la tarde, nos separamos; el Adelaide se dirigió hacia bahía Upright, y fondeó al anochecer, mientras nosotros navegábamos hacia fuera del Estrecho, con una brisa que arreciaba del este, que aumentó mucho a medida que avanzábamos hacia el oeste. A medianoche, estábamos en el Pacífico y toda nuestra ansiedad sobre semanas tratando de avanzar hacia barlovento encima del poco margen de las provisiones, se desvanecieron tan rápidamente como la tierra a popa. La caída del barómetro, con el viento del cuadrante del SE, nos pronosticaba un excepcional mal tiempo, por lo tanto acortamos el velamen poco a poco, asegurándonos para todo.

“2. A las seis de la mañana, estaba soplando un temporal de viento, con mucho mar, por lo que fue necesario gobernar con él por la popa, - o pairear, - lo que con buen viento no es preferible; y encontramos que el buque corría extremadamente bien, con las velas mayor y velacho aferradas, y doble rizo en la trinqueta. Nuestros botes de cubierta nos causaban ansiedad, porque los pescantes eran bajos, y en cada bandazo los botes estaban en peligro. Frecuentemente se sumergían en el mar, y a veces estaban medio llenos; pero ellos colgaban firmes hasta en que un momento de descuido con el gobierno, la mar rompió sobre la ballenera, y se la llevó. El otro, siendo mucho más pequeño y más fuerte, se mantuvo bien, aunque frecuentemente bajo el agua. Hacia medianoche el temporal cedió; por la mañana siguiente el tiempo estuvo más moderado; y desde ese momento continuó bueno, hasta nuestra llegada a Chiloé.

“El 5, al amanecer, vimos tierra a gran distancia, la que después resultó ser isla Guafo, y en la tarde el extremo sur de Chiloé fue visto.

“El 8, estábamos avanzando hacia el puerto de San Carlos, a la altura de la punta Huapilacuy, y al día siguiente (9) fondeamos en el puerto de San Carlos, el cual parecía ser bien protegido por la tierra, la apariencia de la cual era muy agradable comparada con la Tierra del Fuego.

“La ciudad me recordó una aldea de Cornish, pensé, por su apariencia y color, que las casas eran construidas