Página:Narrative of the surveying voyages of His Majesty's Ships Adventure and Beagle between the years 1826 and 1836.djvu/290

Esta página no ha sido corregida
232
May. 1829.
ESCAPAMOS POR POCO - CAMBIO REPENTINO.

estaba más arbolado, y el viento más fuerte que nunca. Vi al cúter un poco adelante, cerca de tres millas de nosotros, dirigiéndose hacia el este con el viento; pero si el pudo pasar claro de la costa no lo pude determinar.

“Al caer la noche, encontrando que no podría ser peor que arriesgarse, me abrí camino, y bogamos con la mar un poco por la aleta, moviendo el bote sin parar con cada ola que venía, con la esperanza de encontrar aguas más quietas hacia el oeste. Por la noche, y habiendo estado pegados a nuestros remos cinco horas, pensé en varar el bote para salvar a los hombres; ya que con una mar tan corta y rompiendo, no era probable que este pudiese vivir mucho más tiempo. En cualquier tiempo en la tarde, un descuido momentáneo, permitiendo que una ola lo tomara de forma inapropiada, nos habría inundado; y después en la noche fue peor. Poco después de virar, un fuerte golpe de agua rompió sobre mi espalda, y medio llenó el bote: estuvimos achicando, esperando la siguiente, y tuve pequeños pensamientos sobre la vida del bote, cuando – de repente – el mar disminuyó, y poco después el viento moderó. Tan extraordinario fue el cambio, que los hombres, por un impulso, cayeron sobre sus remos, y miraban para ver que había sucedido. Probablemente habíamos pasado el lugar donde la corriente de marea estaba contra el viento. Inmediatamente puse la proa de la embarcación hacia la caleta que habíamos dejado en la mañana, y con alegría de agradecimiento los hombres bogaron rápidamente hacia adelante. En diez minutos la mar estaba llana, y la brisa tan moderada , como que no nos impedía avanzar. Nuestra única preocupación era ahora respecto al cúter: porque no podía decir como él había capeado la tormenta. Estaba seguro que lo habría logrado si se mantuvo a favor del viento, pero algún accidente, o cambio de objetivo, podía ser temido.

“Alrededor de una hora después de la medianoche, desembarcamos seguros en caleta Donkin; tan cansados, y entumecidos por el frío, pues estaba helando duramente, que apenas pudimos bajarnos de la embarcación. Las brazas del fuego de la mañana estaban aún quemándose, así es que le echamos más madera, y nos tendimos alrededor. Ningún hombre podría haberse comportado mejor que la dotación del bote: ni una palabra pronunciada por uno de ellos; tampoco flaquearon en los remos en ningún momento, aunque reconocieron, después que desembarcamos, que no esperaban ver la costa nuevamente. Decidimos comenzar temprano a buscar