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May. 1829.
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FUERTE HELADA - BOTES EN PELIGRO.

“Durante esta noche y la anterior heló marcadamente; pero el cielo estaba tan claro. Que observé muchas corridas de distancias, a cada lado de la luna.

“20. Fuimos hacia el este a través del pequeño canal. Todo estaba congelado; y las velas del bote estaban inutilizadas hasta que se deshelaran. Dejamos caleta Donkin inmediatamente después del mediodía. Y con un viento bueno y fresco, nos dirigimos hacia puerto Pecket. Puedo aquí mencionar mis razones para tomar esta decisión, en lugar de ir más lejos hacia el oeste.

“Considerando nuestro muy limitado tiempo, y las provisiones, deseé primero hacer lo que era más útil; encontrar un nuevo paso, me pareció el objetivo primario. Habiendo levantado el sinuoso y estrecho canal , y probada su navegabilidad por naves de cualquier clase, creí deseable establecer ahora la naturaleza de la separación entre el seno Otway y el estrecho de Magallanes, entre bahía Laredo y puerto Pecket.

“Un paso occidental podría ser visto por la goleta Adelaide, o por mí mismo, en un tiempo futuro. Si tratáramos de cruzar el seno Skyring, nuestro éxito sería muy dudoso, ya que durante todo el tiempo que habíamos estado en el canal, el viento sopló fuerte del SO, levantando mucha mar, que fue con gran dificultad que pude sondar fuera de la entrada oeste, aun con la ballenera.

“Una buena brisa nos llevó rápidamente hacia el este, pero refrescó tan rápido, que tomamos rizo tras rizo, hasta que a las dos estuvimos obligados a arriar la vela y bogar hacia barlovento, ya que por lo que pudimos ver, la costa continuaba sin romperse, plana y baja, con grandes olas rompiendo en ella. Haber intentado desembarcar, habría sido una locura; y como el viento continuaba aumentando, y una corriente que tiraba hacia barlovento causaba una mar muy corta y peligrosa, envié al Sr. Stokes salir en el cúter, con sus velas aferradas, contra el viento tanto como pudiese mientras pudiese llevar vela, mientras yo me quedé con la ballenera proa al viento. A las tres, estábamos detenidos, cerca de una milla de la costa. Mi embarcación muy cargada, y con nuestras ropas y sacos empapados, era muy pesada para bogar. Lanzamos un saco de combustible por sobre la borda, pero mantuvimos todo lo demás hasta el último. Al ocaso el mar