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May. 1829.
ADVERTENCIA - CANAL JERÓNIMO.

habría hundido con toda su pesada carga, para nosotros invaluable. El espiche se había salido por el balanceo. Después de esta advertencia rara vez la dejé flotando durante la noche. Habiendo salvado la embarcación , me hizo pensar a lo menos en que todas nuestras cosas estaban mojadas, y que algunos instrumentos estarían estropeados.

Con la luz del día, el 8, remamos a lo largo de la costa, con el viento en contra nuestro, y llegamos a punta York antes de que la marea fuera más fuerte; pero no pudimos pasar de ese lugar; y antes de retroceder una pulgada de terreno, fondeé con nuestros rezones, en el medio de un fuerte corriente, que nos hacía escorar sobre ambas bordas, pasando por nuestro costado a una razón de cinco nudos. A la una PM disminuyó, y pudimos remar hacia el río Batchelor, muy contentos de tener un lugar tan bueno para secar nuestras ropas y colocar los botes en forma correcta. Tres wigwams desiertos nos dieron refugio, mientras unos hacían fogatas, y otros recolectaban mariscos, o le disparaban a las aves. Pensando en que la estación estaba tan avanzada, algunos arbustos estaban en flor, especialmente uno, que es muy parecido al jazmín, y tiene un olor dulce. Arándanos y bayas de calafate eran abundantes: Me habría gustado pasar algunos días en este lugar, era tan bonito; toda la costa era como un arbusto. No puedo explicar los exagerados informes de las costas fueguinas dadas por algunos viajeros: es cierto que los picos de las montañas están cubiertos de nieve, y que los lados expuestos a los vientos predominantes del oeste son áridos, y escarpados; pero todos los puntos protegidos están cubiertos de vegetación y grandes árboles parecen crecer casi sobre la roca desnuda. Me recordó fuertemente algunas de las islas griegas en invierno, cuando ellas también muestran nieve en sus montañas.

Mayo 9. La corriente llevó rápidamente a nuestros botes por el canal Jerónimo, el cual aunque angosto, está libre de peligros. La costa oeste es muy alta, y empinada, y bien cubierta de arboles; la del este es más baja, y menos arbolada.

“Habiendo pasado este canal, entramos al misterioso seno Indio, con toda la ansiedad que uno siente sobre un lugar, del cual no se sabe nada, y mucho es imaginado. Espero encontrar un gran río, y la fuerte corriente del canal me convenció que había un cuerpo de agua más adentro, pero de qué naturaleza