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May. 1829.
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COMIDA - TOLDOS - CRUCERO EN BOTE.

por tres días, y en su lugar, fueron sustituidos por carne en conserva, mariscos, y un gran cerdo, traído desde Montevideo. Encontramos en esta, como en casi todos los puertos fueguinos, abundantes choros, lapas, y apio silvestre; algunos peces y algunas aves de caza. Muchos de nuestra gente piensan que los cormoranes son buenos para comérselos, pero sólo una persona pudo ser encontrada que se atreviera tratar no se si como el antiguo Sr. John Narborough había bien asegurado diciendo que el zorro era 'comida sabrosa', y aquel que se arrepintió de su experimento durante una semana de seria enfermedad.

“La razón para detener completamente el uso de carne salada, por unos pocos días, era la creencia que, a lo menos, dos o tres días de cambio en la dieta es necesario para causar una real alteración en el sistema; y que es mejor dar provisiones frescas por tres días seguidos, y carne salada durante las siguientes tres semanas, que dar carne fresca en tres intervalos separados en el mismo período.

“Durante el clima húmedo de estas regiones, obtuvimos un gran beneficio de los toldos, pintados a propósito, mientras nos reparábamos en Río de Janeiro y Maldonado; ellos mantienen la parte inferior , y una gran parte de la cubierta superior muy seca, aun bajo lluvia intensa.

“Mayo 7. El Sr. Stokes y yo salimos en el cúter y una ballenera, a explorar el canal Jerónimo. Estábamos bien aprovisionados, con tanto como los botes podían estibar, de lo que pensábamos que podría ser útil durante el crucero de un mes. Llevamos muy poca agua, confiando en la humedad de la región como suministro, Cada hombre tenía sus ropas cubiertas por lonas o dril, bien pintado; y en vez de sombrero, todos tenían un 'sueste' (como las gorras de los mineros del carbón).

“Nuestras provisiones, siendo suficientes para veintiocho días, hicieron a los botes más hundidos; y pronto encontramos que el cúter estaba muy pesado, lo que nos obligó a tomarlo a remolque. Toda nuestra gente durmió en el cúter la primera noche, la ballenera la amarramos a popa. Hacia medianoche sopló fresco, y como los botes estaban fondeados cerca de la rompiente de la playa, se balanceaban mucho; y pronto después, nos dimos cuenta que la ballenera tiraba muy fuerte de su cabo, la trajimos a nuestro costado, y encontramos que estaba casi inundada; en pocos minutos se