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Abr. 1829.
PRIMER ENCUENTRO CON FUEGUINOS.

y algunas personas caminando por la playa. Mientras la nave estaba detenida, fui hacia ellos, siendo los primeros salvajes que había conocido. En la canoa había una anciana, su hija, y un hijo, y en tierra habían dos fueguinos con varios perros. Sus figuras me recordaron los dibujos de los esquimales, siendo más bien bajo el tamaño medio, envueltos en pieles en bruto, con su pelo colgando por todos lados, como paja vieja, y sus pieles de color café rojizo untado con aceite, y muy sucios. Sus rasgos eran malos, pero peculiar, y si se puede confiar en la fisionomía, indicaban astucia, indolencia, fortaleza pasiva, intelecto deficiente y faltos de energía. Observé que su era muy chica y mal formada, la nariz era larga, estrecha entre los ojos , y ancha en la punta; el labio superior, largo y sobresaliente. Tenían el mentón pequeño y hacia atrás; dientes en mal estado, pómulos salientes, ojos pequeños y achinados, en un ángulo oblicuo con la nariz; pelo grueso, bocas anchas y mal formadas, y una risa como si el labio superior fuera inamovible. La cabeza era muy pequeña, especialmente en la parte superior y posterior; tenía unos pocos chichones para un frenólogo. Pedían seriamente por 'tabaco, tabaco', pero parecían muy tímidos . Intercambiamos algunos bizcochos y cuchillos viejos por una pocas flechas, pieles, lanzas, etc.

“Sus canoas, de veintidós pies de largo, y cerca de tres de ancho, eran hechas curiosamente con las ramas de los árboles, cubiertas con trozos de corteza de haya, cosida con los intestinos de los lobos. Una fogata estaba encendido en el medio, sobre algo de tierra, y todas sus pertenencias, consistentes en unas pocas pieles y lanzas con puntas de hueso, estaban estibadas en los extremos.

“La mujer joven podría no haber tenido mal aspecto, si ella hubiera sido bien restregada, y toda la arcilla amarilla con que estaba embadurnada, fuese lavada. Creo que usan la mezcla arcillosa para calentarse más que para mostrarse, ya que esta tapa los poros de la piel, evitando la evaporación y manteniendo afuera el aire frío. Su única ropa era una piel, tirada sin apretar alrededor; y su pelo era casi como el crin del caballo, que nunca ha sido peinado.

“Abril 14. Fondeamos en puerto del Hambre.