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Abr. 1828.
CABO TRES MONTES.

escarpado que el que habíamos estado recorriendo hasta ahora, desde que dejamos el Estrecho. Gobernamos a lo largo de la costa oeste cercana al cabo Tres Montes, y al mediodía estando a tres millas de la costa, observamos, en latitud 46°,5 sur, el cabo, demarcando al N 80° E (magnético), distante siete millas. El cabo más al norte a la vista estaba al N 26° O, distante diez millas, sondando noventa y siete brazas. Poco después otro cabo abrió al N 37° O (magnético).

“El paralelo de cuarenta y siete grados, el límite asignado a nuestro levantamiento, había sido sobrepasado, por lo que no me aventuré a seguir la costa más lejos, aunque estuvimos fuertemente tentados de hacerlo porque vimos que tendía ser tan diferente a lo que estaba delineado en las cartas antiguas. Un entrante en la costa se presentaba entre dos proyecciones montañosas a cada lado de una tierra baja (de las cuales el de más al norte era el cabo que habíamos demarcado al mediodía), entramos para ver si había fondeadero pero resultó ser solo una ensenada desabrigada, al fondo de la cual había una furiosa marejada. Entonces nos dirigimos hacia el sur, a lo largo de la tierra del cabo Tres Montes, con el fin de examinar el lado norte del golfo de Penas.

“La mañana siguiente estuvo buena: el cabo Tres Montes demarcaba al NE, distante cerca de tres leguas. Nos detuvimos y mientras el oficial de navegación fue en una ballenera, a inspeccionar una bahía arenosa ( de la cual el cabo Tres Montes era la parte más hacia el este) por si había un fondeadero: regresó cerca del ocaso, e informó que había encontrado un fondeadero; pero que era muy desprotegido del viento, y expuesto a grandes marejadas. La tripulación del bote había embarcado una serie de lobos de mar, y la cantidad de lobos de dos pelos para freír que trajeron ofrecieron un bienvenido agasajo para sus compañeros de rancho y para ellos mismos.

“Al amanecer del (27) estábamos a cuatro leguas del cabo Tres Montes, demarcando N 68° O (magnético) un notable pico, marcado en la carta como el 'Pan de Azúcar', N 19° E, distante veinticuatro millas, y siendo nuestra sonda sesenta y ocho brazas. Este pico se parecía en apariencia, el Pan de Azúcar de Río de Janeiro: se eleva de un grupo de islas altas y densamente arboladas, que forman aparentemente la costa este de una entrada, de la cual