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Abr. 1828.
TRINCHADO FUEGUINO.

Como sus visitas duraban todo el día ellos siempre traían su comida, consistente en grasa de lobos marinos y de delfines. El método utilizado para cortarla es casi similar al adoptado por los indios esquimales, según lo descrito por Sir Edward Parry en su segundo viaje, y también se parece al proceso de los nativos del seno King George, que describí en el informe de mi levantamiento de Australia (vol.ii.p.140): un pedazo de grasa es sostenido en la mano izquierda, una esquina es tomado entre los dientes, y entonces es cortado con un cuchillo, mantenido casi oculto, en tiras hacia atrás y adelante, sin pasar el instrumento completamente a través: de modo que cuando está terminada la operación el pedazo termine en una larga banda, de cerca de una pulgada de espesor, formada por las tiras interconectadas. Todo el asunto de principio a fin es muy desagradable a la vista; y el rostro del trinchador está más allá de toda descripción, porque sus ojos dirigidos directamente hacia la grasa, terriblemente bizcos, dan a su fea cara una apariencia horrorosa. La tira de grasa luego es dividida entre la gente, cada uno de los cuales procede a extraerle su jugo aceitoso haciéndolo pasar entre sus dientes y chupándolo, después de lo cual es calentado en el fuego para facilitar su división en trozos pequeños que son tragadas o engullidas sin masticarlas. Bocados de esta exquisita comida se les daba no solo a los niños mayores, sin que también a los infantes de pecho.

El 14, mientras nos preparábamos para zarpar, los indios vinieron a bordo y nos ayudaron a levantar el cable, pero sin que nos representara una real ayuda. Cuando las velas fueron soltadas, las mujeres en las canoas comenzaron a cotorrear y gritar por miedo de que nos podríamos llevar a sus amigos, y su alarma no bien fue dada la cubierta estuvo libre de nuestros visitantes, que parecían estar tan asustados por su seguridad como lo estaban las mujeres. Unos pocos minutos después nos dirigíamos hacia el sur, primero tratamos de fondear en una bahía en el lado sur de puerto Smyth, pero la profundidad era tan grande, que envié al teniente Graves a sondar detrás de un islote donde había indicaciones de un lugar abrigado, pero regresó sin éxito. Durante su ausencia fui a un paso muy angosto, que él había descubierto, que conducía a un gran canal o seno; pero encontrándolo